martes, 24 de marzo de 2015

La habitación está hecha un desastre. He dejado al mínimo su cuidado. La casa también. Solo voy de la cama al escritorio, pasando por el baño. He tardado 7 años en darme uno. Llevo el último mes haciéndolo a diario. Pongo el agua caliente y dejo que el alcohol se vaya sudando. Hace unos días abrí la ventana por primera vez en no sé cuánto. Tengo el borrador del contrato del nuevo piso en la bandeja de entrada del mail. En una semana lo firmo. En dos me mudo. Y no está Dano. Ni yo. Esta casa está muerta y lo único que le queda es un montonazo de buenos pasados. Si intentara escribirlo, odiaría darme cuenta de que no recuerdo ni la mitad de los recuerdos que sin embargo todavía siento.

He mirado a la ventana para decir adiós a este paisaje que vivió conmigo tantos documentos de Word. Los balcones de la casa de enfrente. Donde vivía el paki del locutorio con su mujer y su hija. Hasta que cerró. Hoy me he fijado que tengo una vecina y parece guapa. Quién la mirará y con qué ojos. Quién escuchará la música de ventanas abiertas del de arriba a la derecha, que todavía mezcla ópera con sabina. En qué container tirarían el yogur que una vez unió la ventana de dano con el tercero derecha del 29. El cartel de “se alquila” sigue doblado en mi ventana, arrugado para que nadie apuntase el número. No lo quité en 7 años. Quizá el dueño ahora quiera volverlo a poner. 

La puerta de la lavadora se cae cuando la abres. Y el detergente no se filtra bien, siempre se queda como un charco de agua en su hueco. La luz del horno va y viene, y no sé si también su calor, hace mucho que no lo uso. El congelador cierra mal y tienes que descongelarlo cada mes si no quieres que se llene de nieve. Que es como está en estos momentos. El agua caliente sólo se enciende con el grifo de la ducha, y a veces tienes que tener tiempo y suerte para ello. La pintada de Bitch! Sigue en la pared del baño, recordándonos que ya hubo quien machacó todo esto antes. Las ventanas, viejas y llenas de resquicios, son el mejor aliado para el frío junto a la no calefacción. Las persianas son guillotinas a punto de caer.

 Borrarán la pintada de “Viva lo aleatorio”, supongo. El recuerdo de los guerrilleros de la travesura, la historia mítica de cómo soñamos un bar una noche de setas. Cómo hicimos para hacerlo realidad. Todas las noches bebidas. La gente que se quedó a dormir. Las camas improvisadas. Las latas vacías. El proyector roto. La bolsa de las herramientas perdidas. Los peluches de la calle. Un suelo lleno de libros. Una pared llena de sombreros. Un póster de trainspotting y otro del club de la lucha. Un tendedor de ropa a modo de armario. Todas las cucarachas escondiéndose, nosotros vaciándonos, un portazo no dado que siempre vuelve a sonar con la estridencia de mil pesadillas al día. Qué. Más.

Respira. Fuma. Porrón y cuento nuevo, decían los chicos del acantilado, antes de tirarse. Entre estas paredes he construido mis veintitantos. Veintitantísimos, diría yo. Tenías que ver a Dano marcando goles de martini blanco cocinando en la cocina. A Frontela en su trinchera de póker y estadísticas traficando datos de Excel y películas, el hachís burbujeando en cualquier discusión mejor cuanto más absurda. A Cris haciéndose fuerte entre filas y resacas.
A Sol entrando por la ventana. 
Para.
Respira. Fuma. 
Todas las personas que trajeron granos y más granos para que nunca nos faltara el amor y la bebida, la risa y la música, la libertad salvaje de ser jóvenes hasta morir de viejos, el rock&roll de altavoces a las 5 de la mañana, la tranquilidad cansada de domingos de resaca y nba, la pornografía de un desorden sin lencería. Hadas furtivas como una caricia de selva, el refugio de los fugitivos de la noche.
Vuelvo a fumar,
Ha sido bonito. Poder maltratar esta casa de frío en invierno y calor en verano. Hacerla nuestra bajo el lema no se permite pedir permiso. Hacerla hoguera donde poder calentarnos el futuro que ahora vamos a vivir. En otros sitios. A veces no hay nada que se pueda decir aparte de: 
Gracias.

Con un postdata especial para Dano, hermano, ser feliz no es lo más importante, pero sí absolutamente necesario. No hay después después de este ahora. Nunca vamos a separarnos. Lo nuestro ya no depende de la distancia. Es otro grado. Gracias por el privilegio y el honor. Go Bulls.

Y toda esa mierda.