martes, 28 de enero de 2014

Se entendían a las mil maravillas en punto
cuando ningún paraguas se atreve a salir
ellos quedaban desnudos y con lluvia
para decirse aquello de que el día menos pensado
podría ser este
¿no?
¿de qué mítica tarde traes esa sonrisa?
estás empapada joder estás preciosa
pasa, no te quedes ahí como si llegaras tardes de vergüenza
y te importara, caray, llevo unos últimos días de cielos despejados
y de mar,
imposible así no pensar en tus ojos, claro,
y en que todavía podemos jugar a las protestas y quedarnos por vicio,
todavía tenemos algo de hierba en nuestra sonrisa de asfalto,
ya me entiendes…

Y claro que le entendía, es lo primero que he dicho.


jueves, 23 de enero de 2014

duele a sangre y no soy sólo yo, ¿no?


Creo que a veces acorazamos de miedos las paredes de nuestro refugio
e incrustados  de caparazones
nos defendemos encerrándonos tras una libertad de jaulas,
el mundo visto  
desde una ventana cada vez más pequeña,
un puntito en la pared,
hasta que terminas por cerrar los ojos,
por apagarte
quería decir:  no vemos,
sentimos
ni odiamos siquiera.
Es lo que tenemos lo que nos hace inabarcables: nada.
Y sin embargo
seguimos llenando de plumas el colchón donde caernos.
Acomodándonos las caídas
y suavizando el suelo.
Hasta que un día digamos: para qué levantarse
con los bien que se está aquí tumbado.

No sé, yo también estoy asustado.

Pero creo que en la libertad todos somos prófugos de nuestros deseos
como en aquel lugar al que todo el mundo llegaba sin saber cómo
y salía corriendo sin saber porqué:
es de huidas de lo que se alimenta,
como estrellas tras el delirio
ruge de insatisfacciones en la carrera,
se vanagloria de la velocidad en nuestros sueños
y cuando estos se van por cualquier sumidero, una noche de lluvia,
nos deja así como con el cigarro mojado
y algunas monedas en los bolsillos, tampoco muchas,
como deseando aquella cama de lágrimas que un día lloraste
para caídas así: estúpidas
desacordes
¿cobardes? Dilo.

Cárceles de cóleras inventadas nos detienen,
la inservible soledad del buen gusto,
el alma abucheada en los fabricantes de comodidades,
sumisa de tristeza y acorralada de humanidad
precisamente
fue la condena al error con lo que nos derrotaron.

Qué queréis hacer, pero hacer de verdad, qué queremos
con todo nuestra insaciedad y hasta mancharnos
hundirnos
y seguir escarvando
qué queremos
decid algo gritad
alguien
que el nombre de este dolor no se escribirá en vano,
que servirá aunque sólo sea para secar una gota de sudor en la próxima guerra,
 sea esta el pan o el amor, el pecado o la sangre. 

Pero que sea.


Disculpa  si no te escucho, un alarido de monstruos empapa mi coraza. 

------------------------------------------------

pues en un rato, apenas unas horas, a la 13:00 hemos quedao, en donde los casimiros, cogemos el coche de marcus, hacemos trasbordo al mío, que era el suyo antes, y tiramos con todo el equipo (salem, marcus, sha y javi -isaaaaaaaaaaaa, jo.-( pa granada. eso el viernes. mañana. en un rato, como he dicho. destino "la tertulia". a las 22:00. a confesar y dar la chapa. a afilar borracheras. thanks Pablo.
y el sábado murcia, a la puerta falsa. the return. a las 20:00. la última vez que estuve por murcia no solo fui a un after, sino que supe volver. y a eso vamos.


miércoles, 15 de enero de 2014

Qué sonrisa tenías
que haberte visto.
Desnuda.

Era lo único que llevabas
puesto.
Aparte de mí,
que estaba hasta el culo.

El tuyo,
quiero decir. 

lunes, 13 de enero de 2014

Un mar bajo el suelo

El sábado tuve el honor y la responsabilidad de presentar a uno de esos compañeros de viaje que siempre te dan fuego cuando más frío hace. Ha publicado un libro que se llama "un mar bajo el suelo", y me pidió que saliera a decir algo antes que él. No iba a subirlo por aquí, pero algunas personas me lo han pedido, y bueno, nunca está de más compartir, aunque sea en diferido, todo lo que le quise decir y le dije la otra noche en directo.

 "Presentar el pasado de un creador de futuros es como pintar de rojo la huella de labios de un beso que no has recibido.
Todavía.
Pero Marcus es un poco así. No sigue del todo los pasos. Primero logra imposibles y después los sueña, de la misma manera que un día dijo creo en la poesía por ti, y luego se puso a crearla. Para todos. 
Porque vio que el oleaje que lleva dentro no hay silencio que lo contenga, quizá, o porque de vez en cuanto uno tiene que dar un puñetazo en la mesa y sentirse en calma, vomitar, jugar a los látigos sin domesticar el lado más salvaje de sus naufragios y respirar, en voz alta, birra en mano, y la mente en unos ojos azul en calma de esos que te mecen cuando te crees ahogado, de esos que te sacan los fantasmas de encima y te los cuidan hasta que tú decidas lo que vas a hacer con ellos, de esos que dices: la vida o la nada. De esos. Que enganchan, te sostienen. Te salvan.

Hará un par de meses, cuando estuvimos en Barna y él salió delante de mí con este puñado de papeles que por entonces no estaban encuadernados y se fue desgajando con esa seriedad en la risa y esas bromas que le pone a las cosas serias, y se fue desnudando o rompiéndose (a veces no es tanta la diferencia) recuerdo que le dije, ya después birra mediante, que había sentido la persona que ahora es a través de todos los pasados que le trajeron hasta aquí, que ese mar del que habla en verdad es un camino, yo diría que casi de asfalto, por el que ha tenido que luchar dejándose articulaciones, oportunidades, paisajes y algún regazo para traer consigo una mochila, sólo una mochila, llena de principios y ningún final, porque sabe que eso no existe. Levanta la corteza, anda, y sigue hurgando, nos dice. Cada fondo que tocas, es sólo una superficie más.
¿A cuántos metros de profundidad tendrás que haber buceado para encontrar el tesoro de todos estos sentimientos? Me pregunto.

Así te imaginé en este libro: reflejado frente al vaho helado de un cristal roto, cabizbajo y quitándote el abrigo, desabrochándote los botones, bajándote la bragueta, tarareando un jazz intranquilo y sonriendo, sonriendo de fidelidad a ti mismo como una hoguera en mitad de la noche. A punto de soltar un chiste en el que sólo dices: poesía. Y el humo sale de tu boca mientras tú te ríes, y yo, que te leía, me contenía las ganas de llorar.
Espero que entiendas lo que trato de decirte.

Un mar bajo el suelo es una isla de asfalto, una carretera de agua, un desierto de hierba. Ese vestido de arena llamado tiempo ha dado, como cantaba extremo, una patada al reloj, y ha decidido que la desnudez es sólo el principio, que aquí se viene a dar la cara, dejarse los huevos y exprimirse el alma.
De nada sirven las heridas si no. Y no seré yo quien te lleve la contraria. Te he visto mirar hacia abajo como un héroe achicando el agua de sus derrotas y remar sudando contra el viento en popa con esa seguridad de quien está lleno de dudas.  Sé que sabes de lo que hablas, porque no solo me lo has contado, te he visto yo. Empapado hasta el cuello de honestidad, pintarrajandote de diques a manantiales, vaciándote hasta llenar el vaso y brindar.  

Han sido muchos kilómetros a la espalda, muchísimos caminos de ida, tantísimos tigres liberados, que normal que ahora muestres los brazos cansados, tu sonrisa de quizá, y esa voluntad de derrape en cada curva, despeinado y lleno de vientos como quien se ha buscado hasta las últimas consecuencias, error a error, miedo a miedo, escarbando  hasta el lugar más negro en tu búsqueda de la luz, y bailando lleno de barro el vals de los impolutos, como un equilibrista resbaladizo cortando, ciego de alcohol y abierto de sentimientos, los hilos de las marionetas.

Mira: yo no sé si la tinta con sangre entra,
pero estoy seguro de que la sangre, con tinta sale
¿no? Cabrón.   

Desde que te leí a los ojos bajo el mar de este suelo huelo a sal! en cada baile.
Y a sangre.
La tuya.
Porque es con eso con lo que has escrito esto. Con sangre.
Y yo aquí presentándote.
A ti.
Tiene huevos la cosa.
Pero en fin, empecemos:
Les presento (y esta vez el honor es mío, y el gusto vuestro)
No al mejor presentador que conozco,
Ni al editor más deliriums tremens de la poesía,
Ni a un diseñador de sueños ajenos,
Ni a uno de mis mejores amigos. Mi familia.
No. Sólo.
Al tipo herido que escribió esta puta guerra consigo mismo y la llamó: “un mar bajo el suelo”.
Esta ronda de sentimientos la pega él.
Con todo ustedes, el impresentable Marcus Versus."