lunes, 30 de diciembre de 2013

Cerrar años es como cerrar bares sin que te echen.
De menos.
Y volviendo sólo a casa.

Sigo sin saber qué escribir cuando no te escribo a ti.

Y el frío con el que juego a no olvidarte
se ríe en mi puta cara.

Estos días de tranquilidad y familia
he visto a mi abuela doblarse como una luz apagada,
y a mi hermana corriendo detrás de mí
mientras decía “Escandar, tienes que aprender a ser feliz”
no con esas palabras, claro, ella sólo sabe hablar con la mirada.
Ya sabes.
Y he visto a mi madre ser mi impermeable bajo la lluvia,
preocupada de que cogiera la bufanda
como si no supiera que me basta su sonrisa para abrigarme.

No quería que fuese así.
Pero hay tantas cosas que nunca salen como querríamos.
Tantas personas.
Que tampoco.

Vives en una orgía y echas de menos hacerte una paja.
Así con todo.
Todos los días.

Te conviertes en tormenta y te duelen los escombros.
Besas con desgana y te extraña que la saliva tenga ese sabor de pérdidas.
Te apagas, y ni siquiera te das cuenta de que llegaste
hasta ese anhelo en el que no brillabas.

¿Querer a ciegas o de ciego en ciego?
No hay tantas borracheras de diferencia.
Creo.

Bien.
Pasemos de las palabras a los pechos.
A ver, qué vemos.
O qué pasa.

Sólo soy un año más viejo
y sin embargo hace tantas vidas que no te beso
que casi se me olvida
la ilíada que un día monté para rezarte
en voz baja.

No creo en dios, señor, pero he follado con alguna diosa.

Supongo que ahora es cuando miro al suelo y doy las gracias.
A pesar de las ganas de llorar.
Por “ese año que no fue aquel año que esperábamos tener”.
Pero decidme, ¿qué esperábamos?

O a qué.

martes, 24 de diciembre de 2013

Buenas noches

Tengo el silencio en paz y por una vez
no juega a la crueldad con mis culpas,
no pide que arrodille mis palabras ante él,
sólo la ira y la verdad,
sólo que demuestre el amor
sagrado de la pagana cotidianidad,
que no olfatee en las basuras
como un rastro de rostros cabizbajos,
que despliegue este manto de dudas bajo el cobijo,
que le dé al play
y me abra de oídos
ante la orquesta de miedos que me tocan,
los deseos de alquimia a los que recé,
la fatiga de no poder cerrar los párpados
y soñar, ese mínimo acto de los humanos
que inventaron los monstruos
y la publicidad,
que anestesiaron el placer hasta vaciarlo de inmensidades,
hasta prostituirlo de fe
para venderlo como imposible a precio de saldo,
ese es el valor que le pusimos a nuestra derrota,
ese es el mercado en el que nos vendimos
para tener algo que comprar,
las migajas de un camino equivocado,
la triste honestidad del que llega al final como a cualquier sitio
sólo para entender
que el frío lo llevaba dentro, cargado, como un alma
a punto de apretar el gatillo,
contra la pared,
arrodillado ante este botellón de fusilamentos,
quería declarar el sentimiento como único regazo
o como última posibilidad
de perdón?
Decías algo?

He visto cómo el tiempo hacía su trabajo,
cómo doblaba las camisas de los niños
y le cambiaba el carbón a las chimeneas,
cómo se iba agrietando de arrugas
y cojeando, rindiéndose
como quien ya sólo busca poder dejarse caer
entre las guerras de quien no pudo luchar
por lo quería
y le obligaron a dejarse la vida en lo que no,
no sé si es el amanecer o sólo un día de terror más
que pasará la página del calendario
mientras pasea su disfraz negro de rutina
ante el rojo sagrado de la sangre,
los muertos que traías te darán de comer
dicen en este parvulario
donde sólo los locos se podían beber su propias lágrimas
de naufragio,
su soledad de mar en calma,
su cólera de amor encerrado:
a un lado la venganza
y al otro
la huída,
tan tristes fuimos
como la lejanía,
el canto rodado de los cisnes
suplicando la risa ajena en su disfraz de payaso,
nos quitamos la alegría y el abrazo
y nos hicimos de mentiras hasta el egoísmo,
que firme delante mío quien no me crea,
que ponga en su tristeza mi alegato
y me diga si no era un paraíso la utopía inmolada de la libertad,
si no es el rencor un motor cualquiera
que me diga qué clase de fuerza podrá mover
a este ejército de cabizbajos que ya han quemado todas las papeletas
y sólo les quedan por romper las urnas
y la máscara,
quitarse el precio y enseñar la nuca,
abrirse el pecho en disparos
para que nunca vuelvan a decir que no fueron los esclavos
que les prometisteis.

Este es el mapa de tu tesoro,
entiérralo y cavarás tu propia tumba,
aprende del dolor y vive con él,
aíslate con tus fantasmas
hasta darles de comer en tu propia mesa,
con tus propias manos,
con tus putas palabras,
acostúmbrate a su presencia de cánticos pasados
y futuros deshechos,
carga con ellos adonde vallas, protégeles
de quien quiera olvidarlos
y te ofrezca el látigo con el que domesticarles
cuando venga el huracán, acuérdate de izar velas
cuando venga la tormenta, no tengas miedo de bailar,
tendremos el paladar descalzo para besar la hierba
y los pelos de punta apuntando
hacia este único e inabarcable mundo
que al parecer
nunca nos fue suficiente,
¿qué cielo puede haber que no sea igual que este?
¿por qué queremos más que querernos más?
Es la necesidad lo que no entiendo,
ese más allá lejano que no cabe en los bolsillos
trae el brillo de los ojos de la gente
como si hubieran aprendido a odiar como un trabajo,
como si hubieran aceptado la soledad de lo diferente
por contrato
para no tener que sudar
defendiéndose,
¿Y tú crees que mis fantasmas son los malos?

Quizás.
Pero hoy era navidad
y me he ofrecido este exilio de infancias
como regalo.

Aquí tienes mi sonrisa, puedes quedártela.  

lunes, 16 de diciembre de 2013

A veces sueño con pateras llenas de reyes cruzando océanos en exilio

He visto a la luna desmigarse para que yo pudiera llegar hasta aquí,
hasta esta noche en que una ciudad callada de calles
me ha venido a decir: los que no gritan también están luchando,
es tu problema si no los oyes,
solo basta con abrir un poco los ojos
las ventanas
o las puertas del metro
para ver el cabizbajo rechinar de dientes
el doloroso apretar de puños
ese carro de leyes a la contra avanzando a toda ostia por el raíl
donde los borrachos y los equilibristas se mofaban del futuro
para no admitir
que su único as en la manga
era una carta de amor sin remitente.

¿Qué jodido cuento de hadas nos contaron el día en que llenaron de palacios nuestros sueños?

El injusto terror de los que no supieron hacer trampas
viene de frente
apostando la corona del rey a que gana la guillotina en el primer asfalto,
es el sudor lo que les mueve,
son las sombras en donde habitan,
las sobras de una esquina sin barrer
o los restos de una fiesta a la que no les invitaron.

Dando de comer a vuestras grietas. Así vamos a reventaros.
Hasta que lo llenéis todo de sangre.

Qué más quieres de mí si ya te di mis manos para que firmaras
la rendición
si te ofrecí mi risa y mi lloro, mis casas y mis colegios
y te di mis ojos para que no pudieras decir
que miraba hacia otro lado
si abracé tus engaños de poliéster
y me arrodillé bajo tu falda de vanidades
y besé tu escaparate de jaulas
como bandera
y te voté, cada cuatro años, con la venda bien puesta
como a ti te gustaba
qué más quieres de mí
si solo soy el combustible de tu hoguera
si cuando quieras, ya sabes que puedes quemarme.

Me quitaste la fe y me diste un dinero que no podía mover montañas,
solo comprarlas.
Todavía me pregunto para qué.

Dejasteis vuestro rastro de migas de pan para domesticar nuestro hambre,
nos impusisteis la sed y custodiasteis las drogas
y nos desnudasteis para protegernos
de nosotros mismos
y multasteis a niños por jugar a la pelota
y a los que eran distintos los juzgasteis
como si solo fuésemos dueños
de nuestras derrotas.

Estamos de sogas hasta el cuello
y con ese miedo de las marionetas a los hilos.
Así hablamos de nuestro sueños.

No debería decíroslo
pero
somos los ex-clavos de una multitud callada

y estamos cansados de tanto martillo.

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Ancha es castilla, y de ahí vengo, pa allá vamos. El viernes 20 Pucela, el sábado 21 León. Que rule la borrachera.


lunes, 9 de diciembre de 2013

pequeñas poesías sin importancia

A veces como que solo necesitas que alguien te diga
que no lo estás haciendo tan mal.

Y con eso pues ya tiras.
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Hay algo de hermoso en lo cotidiano
de esperarte como el chico desnortado
que siempre he sido sin ti.
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 Cuando entró la policía
ya nos habíamos metido todas las drogas.

Sólo nuestra sonrisa
era ilegal.
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Un catarro mal curao.
Es el diagnóstico que mejor define
los últimos 12 años de mi vida.

Y un montón de folios en blanco a modo de kleenex.
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El día menos pesado
me pongo a escribir en lugar de a vomitar.

Quizá así
dejaría al fin ya de buscar palabras entre tanta mierda.
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En el metro de Bilbao
un chaval con una guitarra cantaba esa de Nacho que dice
que “hay días en que valdría más no salir de la cama.”

-Demasiado tarde-
le dije mientras
la moneda que le tiré
todavía daba vueltas
en el aire.
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Vivir del cuento
contigo
y que tú quieras
darte cuenta
conmigo.

Es importante que lo entiendas.
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De toda la pornografía que he visto
a veces
solo
te recuerdo a ti.
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Empiezo a pensar
que solo puede ser feliz
quien nunca lo ha sido.

Y que todo lo demás se alarga
como una resaca
en la que tú no estás, preciosa, sonriendo.
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¿Te acuerdas de cuando nos tocábamos
sin hundirnos?
Eso era música.

Y todo lo demás ganas de joder
o solo de sexo.
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No te preocupes,
dicen que las ruinas son todo eso
que ya no se puede destruir.
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Te miraba el culo por debajo de la falda
mientras tú me acariciabas como a un animal herido.

Siempre quisiste cuidarme.
A mí.
Que estaba enamorado de tus descuidos.
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Vale que he convertido mi vida en una nube de remordimientos
bajo un cielo gris sin luna  
pero
hay días en que veo al sol salir
y pienso
“tan mal no lo estaré haciendo”.

Y de verdad que casi no suena a excusa.





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y este jueves 12, en la inquilina, con una mujer alada: Elvira Sastre. habrá que buscarse entre huidas, mi querida saudade.

lunes, 2 de diciembre de 2013

despeinado

El amor y el sexo unidos
y resumidos
en una sola frase:
Esto te va a doler. Disfruta.




Cuando un refugio es un palacio
o
¿Cuándo un palacio es un refugio?

No podrán domesticar la miseria, hacerla afable, despojarla de su inherente dignidad, no tendrán tan poco miedo de la vergüenza, no creerán que es tanta su impunidad y tan poca la nuestra como para atreverse a publicitar su mentira sonriente de las fotos sin ni siquiera imaginar los atentados con los que soñamos cada vez que la enseñan.




Muchas excusas en defensa propia pero aquí todos matamos por vicio. Hay algo de excitación en saberte prohibido y libre. Supongo que estos dos términos son directamente proporcionales.
O que hace muchísimos cualquieras que no duermo con nadie.
O que me sigo sin ti-
endo solo.
Y a veces eso me deja sin fuerzas.
Qué tonto.

Como sea, las únicas prohibiciones que me preocupan
son las que me hago a mí mismo
y la libertad
siguen siendo 3 palabras:
córrete donde quieras.

Pero. Sigo sin saber distinguir la revolución del sexo. Veo el mismo amor en caricias que en mamadas. La misma rabia del dolor en un orgasmo. Los mismos sueños de un mundo mejor. Sentimientos, ¿tú de qué vives?



Es un cuento extraño en el que pasa de todo y a toda ostia.
Pero de repente alguien
pisa el freno o se asoma por la ventana
y detiene el tiempo
para contarte lo que vio al echar el polvo
al esnifarlo
al morderlo.



A veces pienso: hay tan poca épica en nuestras heridas.
Pero luego me acuerdo de mi madre curando las heridas de mi tía
o de las manos de josefina, la cocinera del Este o este, con todas esas quemaduras
y esa sonrisa.
Esa sonrisa.
Que de repente oigo una voz de cuna cantando:
si tienes frío tirita
si tienes frío tirita
abrigo mío
tirita mi abrazo tirita…
Y en mi cabeza es una canción preciosa.



Con castillos imposibles urbanizaron el aire.
Lo recalificaron.
E impusieron un impuesto de
"respiración espontánea".
Así lo llamaron.
Era la época de la siembra
de los vientos.


Hijos de la tempestad, contadlo.   

Pero a nadie le interesaba ya ese cuento.


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Esta vez aviso con mazo de tiempo. Dos días. Vuelo a Galicia. A Santiago de Compostela. El jueves 5, a las 21:00, en el Babel. Antes de mí, a las 20:00, va una chica, pero no me han dicho su nombre, si me entero edito. Así que eso, doble sesión de poesía. Dejo aquí el cartel. 
Un abrazo peña.


jueves, 21 de noviembre de 2013

las lágrimas son un poco como las cervezas: la última nunca es la última

si tienes un tigre delante
puedes hacer dos cosas:huir o luchar (y matarlo). 
Las dos están bien.
Lo que no puedes es quedarte quieto
porque te destrozará.
Marwan

he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura
Allen Ginsberg




no demoleré con palabras este folio en blanco
esta hoja de afeitar
este sumidero sin olvidar de residuos
y justificaciones
no podré abrir en pedazos nada más
que este destrozo de trazos
con los que he jugado a los fusilamientos
a las otras vidas
o a la inmortalidad…

…no tengo carmín para huella de labios
ni valentía de frente
ni velocidad en la retaguardia
estoy
parado
como delante de un tigre
o solamente esperando el semáforo fugaz de un verde
pistoletazo
que no signifique huir
hacia delante
por lo que no quedará detrás…

…le dije: “mejor tener todo por las nubes
que nada en la tierra”
pero cuánta equivocación en cinta
cuánto funeral a cuestas
cuánta soledad de vagón al completo hay en cada gol de último minuto
en cada refugio agrietado y lleno de lluvia
en cada sonrisa sin desinfectar…

…era lo que daba más miedo a los niños…
que jamás soñaron con ser mayores

el tener que arrastrar mentiras en su rostro
enseñarlas
hacerlas exclusivamente propias

era toda una pesadilla de adolescentes con estúpidos ideales
de salvajismo
y de: vivir la vida una temeridad, valiente

y todo eso de que otros
mejores que tú
mucho mejores que tú
ya lo intentaron
y no salieron vivos de aquella

para morir en el intento hay que vivir en él

“he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la cordura”

era el alegato de las sombras
la simple caridad de lo seguro
el único anhelo de tempestad con el que soñarán tus calmas

pero nunca hiciste caso de motivos y atendiste solo a satisfacciones

de qué palabra está hecha tú mano, la que me estrechas, de qué madera estamos hablando y de qué contrato está hecho tú rencor, señor olvido, no se olvide del amor en su retrato, sáquelo despeinado y con ojeras, efervescente, que brille como un rock & roll al viento y corte como una puesta de sol o cójase de la mano a un recuerdo y sople
sople
sople fuerte como una eternidad de incendios
a la que ni siquiera el infierno les está permitido
un paraíso de bosques ardiendo
en donde el dolor es sólo otro árbol quemado
un arrebato de cenizas preso de su caída libre
el suelo de una noche de verano
donde no te tuve por primera última vez

luego vinieron muchas

era solo que hoy lloré sonriendo
o que cotidianamente
te eché tontísímo de menos que no supe contener la hemorragia

tú siempre llevabas ibuprofeno en el bolso
pañuelos
y tiritas

y por una vez
no me dolía la cabeza

sino todas las demás cosas.

martes, 19 de noviembre de 2013

Puedo tragar 
casi medio litro de sangre antes de que lleguen las nauseas.
Lo sé
porque lo dice Edward Norton en el club de la lucha.
Lo que todavía no tengo claro
es 
cuanta mierda
hay que tragar
antes de tener cojones
a tragarte
casi medio litro de sangre.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

las ratas de madrid no viajan en metro

Me he quedando mirando todo ese montón de basura.
A los ojos.
Y he visto de qué va todo.
Esto.
O todos.
¿De qué vamos?

Estos tíos están sembrando.
Poniendo las cartas sobre la acera.
La mierda en mitad de ese refugio de disciplinas en serie
que nos han inculcado.

Lo hacían los niños de antes en los pueblos.
Y lo he vuelto a ver esta noche en el verde esperanza
de todos esos basureros.
Sólo quería decirles una cosa: insistan, por favor, no se rindan.


Todavía no han salido las ratas.

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A veces cumplo sueños. 
En Hospitalet de Llobregat, mañana Jueves a las 21:00, en el L´Oncle Jack, con el puto Rafa Pons.




Y el sábado me rodeo de dos maestros de la acrobacia que me harán pasar por un tipo serio: Marcus Versus y Daniel Orviz.



Así que eso, nos vamos pa Barna.
¿nos vemos?

viernes, 8 de noviembre de 2013

El viento avivará el fuego...o esparcirá las cenizas.

Supongo que sólo empecé el día cabreado por la vergüenza
en la intimidad
y cuando pude desayunar leyendo el marca ya se me había pasado.

Intuyo que noté la usura de la burocracia y mi falta de fe en ella,
mejor aun, mis nulas ganas,
mi desidia en protegerla
y cuando le quise dar vueltas ya me habían echado
dándome un número de teléfono.

¿A dónde te crees que vas sin cita previa?

Nos estamos cargando el destino o si preferís
digamos
que solo estamos llenando de exc(a)usas
las casualidades
pero solo nos damos cuenta en ese instante
en que echamos un par huevos batidos
en la sopa
boba
y después
se nos pasa, se nos olvida
dándole vueltas con la cuchara.

Frontela me dijo:
¿si lo mejor de la sopa es, precisamente, sorberla, por qué está tan mal visto?
La gente que madruga gobierna el mundo. Me gustaría haberle dicho.
Pero no lo hice.

Presiento que en sueños no soy tan malo porque siempre me interrumpen antes de besarte. Y mi tía Tere anda y gruñe y la Pili vuelve a mecerme y curarme. Mi madre no tiene que justificar las cosas que escribe su hijo y se ilimita a ver mundo, tened un poco más de cuidado caray.
Y mi padre construye ciudades para niños.
Los ojos rojos de mi hermana cuando se emociona hablando de guerreros.  
A veces tengo sueños tan bonitos que me despierto con esa sonrisa de pegar un buen trago de cerveza después de un partido de baloncesto ganado. Como si ese partido fuese mi vida.

Después me levanto de la siesta y el peón que pelea en mi futuro cuadrilátero no escucha mi llamada.
Me regalan un móvil nuevo y lo único que pienso es qué haré con todos los recuerdos que tengo en el antiguo.
¿Cuántos parados caben en una parada de metro? ¿Cuántos vagos en un vagón? ¿Cuántos escaladores en una escalera? ¿Cuántos obreros murieron para esta obra de arte, señor?
Hay demasiadas leyendas y muy pocos leyendo.
Un basurero decía “Si nos despiden, arderá Madrid”. Lo primero que he pensado, lo siento, ha sido: ojalá le despidan.
Luego he buscado a ver dónde podía votarle.
Pero ya no había migas. Llegas tarde, parecían decirme todos, aquí ya solo quedan cenizas.

El problema es que ya no es un punto de vista
o un brindis por el optimismo en la derrota.
El problema es que llaman medio lleno a dónde no queda una puta gota
de dignidad aunque sea en lágrimas.
El problema es que hay gente que ni siquiera tiene un vaso que mirar.
O que romper.

Sigan
sigan
pasando.

Sobre sus crestas, corazón,
íbamos con antorchas iluminándonos la despedida,
con las alforjas llenas de huidas
a la voracidad de la luz
y con un ataúd de kilómetros de pena
o de distancia, nunca supimos muy bien su diferencia.

Caminábamos
sobre esa alfombra de sueños empalidecidos
como si fuéramos de humo
y estuviéramos encerrados tras su cortina.

Como si el invierno nos dijera:
"id pasando, chicos,id pasando:
he ahí el mundo de los cabizbajos.
Tendréis que agachar de silencios la cabeza
o vivir su griterío arrodillados."

Sobre sus crestas ¿recuerdas? corazón,
recuerdas cómo todos
(no me miréis así, por favor)
fuimos pasando.

  

lunes, 4 de noviembre de 2013

La gente charlando en la acera sobre el calor que ya no hace en los bares.
La lista infinita de espera que hay para conseguir un cuarto de felicidad, aunque sea en el infierno.
Un abrigo de reyes desnudos nos sirve de traje.
Hemos visto amanecer sin haber dormido y ya te digo que yo que vale la pena.
Esta sonrisa en desuso cubre el polvo de cárceles y hospitales.
En el mahousoleo todo son risas y brindis de mañaneo after hour, just feel the music, bailame el agua, quiéreme a rabiar, si juntamos tu libertad y la mía...
Es de día, y ya no sé si es tarde para acostarme o pronto para empezar a mendigar, un poquito de sol a estas horas,
¿qué pecado tienen hoy en rebaja?
¿tienes suelto o suelta lo que tienes?
sal a bailar, azúcar en cada beso,
y mis labios basándose en pechos reales, princesa, tenía el rugido
de un loco hambriento,
la faz más húmeda de la tierra,
y un secreto de arena que aprendí con el tiempo
y la nada:
en el desierto
aprendes a beberte
hasta tus propias lágrimas.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Aquí se folla por curiosidad
sin vergüenza
y con ganas.

O no se folla.

Excepto cuando se haga el amor,
cuando nos haga, quiero decir,
que entonces
vale todo
o no vale
de nada.


Gracias.

miércoles, 30 de octubre de 2013

La perpetuidad de un sueño al vacío

El teclado es infinitesimal con las risas de fondo,
el salto al vacío sujeta las huellas,
los alfileres son prendas osadas con las que trato de entrentenderte,
el rimel de labios te recuerda,
las paredes me hablan de ti
y yo asiento con mi cabeza gacha de siempre,
afirmo en silencio que te empiezo a echar de menos
desde aquel momento en que tuviste que irte
porque yo te lo pedí.
Admítelo.
A veces hago rayuelas con los pasos en falso
y el lugar de ir de frente miro de lado
y me enfrasco en billetes de lotería y tacones de aquiles
sin darme cuenta siquiera de mis propios fracasos.

Maldita sea, maldito soy,
Qué rabia da cagarse en dios por cada borrachera
en la que no te cojo de la mano.

Porque en mis malas jugadas soy el peor jugador: un irresponsable idiota que no acierta a quitarse la venda de sus tristes ojos. 
No reconozco el sabor a alpiste que han dejado tus labios
y el cartel publicitario esta vez reza: no me compres ni al por mayor.

Perdón.
Quizá este triple de última hora no llegue a tiempo, claro,
suelo ser de esos que se pelean
por vomitar en diferido las cobardías que no aceptan en directo,
así que me callo lo que debería decirte
a la espera de encontrar
una respuesta de arrecifes en profundidad que te humedezca
y te haga libre,
que te permita nadar en desnudez y calma,
que mis palabras sirvan para mecerte sin querer
enjaular de heridas este indomesticable amor de tigre
con el que amabas.
Sin compasión.

Bebo más de lo que cuentan.
Me temo.
Cada vez que tú no estás.

Y luego tus gestos en mi recuerdo
diciéndome sin acentos ni espacios
"cuídame cabrón, soy lo que nunca te va a volver a pasar en la vida".

Ser consciente de una inconsciencia no te convierte en mejor actor.
Me temo.
Cada vez que subo a un escenario o me caigo tras su telón.

Me he hecho un hueco, sí.
Es decir: he cavado mi propia tumba.
Y la he cubierto de tierra y de nada,
la he llenado de adredes
y réplicas,
la he cercado de alambres
y moscas,
de rabia gritándome hasta la jauría.  

Me he clavado hasta la última astilla
de andenes en retirada
intentando olvidarte.

Y a veces
todavía
ese sueño
en el que yo me despertaba
y tú seguías
dormida

abrazándome.

lunes, 21 de octubre de 2013

Un invierno sin sol, versión vídeo.


Yo amé, con perdón.

Amé por encima de todas las cosas, que es,
permítanme que les diga,
de la única forma en que se puede amar.

Yo viví
en un cálido regazo del amor,
protegido bajo su techo,
comiendo de su misma mano,
aprendiendo el fuego hasta verlo arder,
hasta quemarnos.
Compartí su sudor
y ascendí en su alegría de peldaño en peldaño.
Es decir: de dos en dos.

¿Sabéis qué?
Yo tampoco creía en la magia hasta que la vi.
A ella.
Irradiándola, desprendiéndola,
 descontrolando el tiempo
y cargándose con un gesto cualquier rutina impuesta,
criando una primavera en cada estación.

Solo querría decirles eso.
Decirles: yo tuve un reino y lo llamé hogar.
Y fue tan inmenso como el más pequeño de los detalles.
Una puta barbaridad.
Así debía de ser mi cuento.

Sin embargo, escribo desde el dolor aquel
en que solíamos gritar que todo acaba mal
porque si no, no acabaría.

Así fue
que todo se llenó de distancia
y de sangre,
todo se ensució de grietas y pudriéndo-
se pasó como una enfermedad
por delante nuestro,
un olvido por encima de nosotros
paseándose
jodiéndonos,
diciéndonos adiós,
a dios reclamadle.

Estas son mis ruinas y esta es mi voz.
Un paseo con vistas a los escombros.
Si veis al amor por ahí, solo decidle que lo siento.
Que el frío se ha hecho ciudad
y yo, solo, he aprendido a quemarme.
Que la poesía pague los destrozos
y su recuerdo sea mi única migaja de calor.
Esta es la historia de un derrumbamiento.
El infierno hecho paisaje.
Mi baile nupcial sobre el lodo.
Un invierno sin sol.

jueves, 10 de octubre de 2013

Dile a tu libertad que me devuelva mis cadenas, ya nos veremos en invierno.

 La rueda hundida en el barrizal y solo se te ocurre acelerar para salir adelante.
Qué podemos hacer sino embestir contra el barro como prisioneros que, una vez olvidada la libertad, han decidido extender su encierro, contagiarlo, hacernos partícipes de él. Con ellos. Con nosotros, es decir. En esa agonía de arenas movedizas hay un tiempo de descomposición, la muerte lenta, la plaga cotidiana del olvido. Me explico: una vez cedes al silencio, hasta la música te molesta. Mierda, cállate y ponte a gritar.
O como ya te dije una vez: acelera.

Yo tenía que haber  sembrado aire, creado refugios y cumplido sueños, tenía que haber inventado algo que no fueran palabras, haber apostado con fe por la piel ajena, haber disparado alguna vez contra mí mismo. Yo debería haber sabido destilar con sudor el talento y el fuego con carbón. Debería haberme manchado las manos, molido los ojos y partido la cara. Y tenía que haber aprendido a bailar, ese acto mágico de la naturaleza.
Yo tenía que haber criado poesías de amor que dieran su fruto, pero me quedé ensimismado regando su muerte. Dejándola participar y herirme. Es la fiesta de la sangre y tú también estás invitado, sólo tienes que perderte para llegar hasta aquí. Todos estamos borrachos. Tú también lo estarás. Un voto de confianza y millones de asco.
Calculemos el índice de putrefacción de nuestras ideas. Multiplicadlo por un olvido en cada error. Y comparadlo con la dignidad que todavía nos quede después. A la diferencia de todo eso yo lo llamo vergüenza, pero puedes llamarlo como quieras, si quieres. Incluso gritarlo, también. Pero no te lo calles. Por favor.

Porque de verdad que no tiene ningún sentido. Llevar la misma cara de cansancio al salir de casa que al volver. Y sin embargo lo veo tanto. En tantos. ¿De dónde esa fatiga diaria? ¿Desde cuándo ese odio gratuito de contrabando? ¿En qué momento se pasó del “un día más” al “un día menos” sin que nadie dijera que eso era como ir hacia atrás?

Quizá podríamos dejar de pagar por la fe y empezar a creer, de gratis, en nosotros mismos.
Quizá podríamos dejar de mendigar el pan y exigirlo como si no pudiera tener un precio. Como si nadie pudiera ponérselo. Como si ese derecho ni siquiera existiera.
Quizá podríamos dejar en cero el ayer para, por una vez, ponernos a sumar mañanas hasta el infinito. Luchar por las tostadas y el café. Quemar las banderas con que tapamos la desnudez vergonzosa de sabernos frágiles humanos temerosos de la sed y el hambre.  

Quizá podríamos, incluso, perdonarnos todo aquello que no pudo ser por eso de que el pasado es eso: pasado. Y de que en esta vida solo tenemos eso: esta vida.  
Lo triste es que hemos dejado de mirar hacia atrás para, simplemente, mirar hacia otro lado.
Lo malo es que seguimos asustados de poder perder lo que no tenemos.
Lo terrible es querer querer, y sentirte despiadado al hacerlo

No sé qué es peor, no tener nada o tener que pelear para quitarle una migaja a otro.
La soledad en cadena o condenada, un refugio donde posar la cabeza y los años, la sonrisa cansada de simular, el sucedáneo de libertades impuestas que aceptamos atados, y ya no hablo de manos.
Hablo de ideas.
De cómo fusilan el absurdo con su lógica de balas. De cómo disparan los disparates hasta matarlos. Hablo de que nos han prohibido darle cuerda a los locos y así estamos, completamente parados e incompletos de humanidad.
Hablo del qué dirán, del hasta aquí hemos llegado, del ni lo intentes con que han sembrado nuestro día a día.
Como si no habitáramos la noche.
Como si no pudiéramos crecer entre sus rendijas y hacerles daño, joderles bien, desangrar su impunidad y corrernos sobre ese asfalto de sentimientos baratos en bisutería, “todo a cien”, tú impídeme volar y veremos quién termina haciéndolo. Por los aires.
Pardiez, mandar a la mierda toda esta mierda no deja de ser una redundancia inmovilista. Pero cuánta delicadeza en el matadero. Pasábamos por turnos dándonos ánimos, diciendo “quién sabe” a los otros. Olvidando. Olvidándonos.
De que este baile de disfraces siempre ha sido así de raro. Una música de taladros nos inunda. Y las máscaras las llevamos en el pecho. “Por si acaso”.

Sólo digo que la risa de un niño es lo más grande que jamás he visto.
Que quizá ese sea el único camino.
“Seguir al niño” dijo una vez no sé quién.
Y nadie le hizo ni puto caso.
Así que, la verdad: no sé qué clase de clase queremos imponerles ahora
a ellos
cuando fuimos nosotros los primeros
que nos impusimos no hablar de amor hasta después de la guerra
y perdimos la única razón por la que luchar.


Ahí empezó nuestra derrota.

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Y mañana. Presentación de "Un invierno sin sol". Sesión doble.
Una en librería. Alberti. A las 19:00. 
La otra de bar. Los diablos azules. A las 21:30.
En los 2 protegido por la cálida voz de Isabel García Mellado.
Yo pondré el frío.
Y luego nos emborrachamos.
Muchísimas gracias a todos por esta suerte de lujo que es mi vida en vuestros brazos.
Aquí dejo el cartel que se han marcao los Casimiros.


lunes, 30 de septiembre de 2013

Cuando aprendí a disparar, dejé de mirarme.

La obsesión por rebuscar entre palabras, rascar las heridas, hurgarse en el dolor.
Mirar a la gente analizándola.
¿Con qué metáfora te definiría? ¿Dónde la vida y cuándo la ficción?
Soy el actor que hace de mí mismo cada día y venía a levantar el telón de los abismos.
Les recibiré en mi jaula.
Pondremos música y cerveza.
Contaré historias tristes que te harán creer que hablo de ti, que puedo hacerlo sin compasión ni tapujos, tan solo camino en la zona muerta de resucitar cada mañana y respirar, ese acto de suciedad anónima, de impoluta polución, ese gris espacio en el que dos pasos después te sientas sobre la silla apartando el polvo y la luz, como si una cortina de pájaros despegaran cada vez que reposaras la cabeza y cerraras los ojos.
Tengo tus sueños sembrándose en una carretera con demasiadas curvas, les subo la persiana cada vez que anochecen y les riego con mi voz cada semana, abracadabra parecen decir, a veces incluso lo gritan, vociferan alaridos como niños saliendo en espantada, huyendo del vacío y llenos de terror, como ratas en mitad de un océano de naufragios buscando a la desesperada, reclamando su trocito de piedad en cada cuento.
Claro que dan miedo.
Por eso solo aparecen cuando duermes, para no asustarte. Pero ya que has venido, ya que estás aquí recostado junto a mí, meciéndote en el aullido de esta puta canción de luna llena, recemos, al menos, por ella.
Por su dulce reflejo en la oscuridad y su alargado traje de insomnios en cada celda.
Qué humildad de teclas te han traído hasta aquí, amor, si solo eres una palabra.
Qué disculpa serena o rencor eterno, qué clase de perdón atado a un castigo,
qué mendicidad de silencios harán falta para otorgarte,
amor,
qué revolución en cadena traes, qué libertad atrapada,
qué precipicio de cima tan alta al que me has traído con los ojos tras la venda,
yo vivía de promesas imposibles, de anhelos de primera vez,
del intangible sustento de lo mejorable,
yo vivía de sombras en la pared y tú te empeñaste en dejarme ciego sólo por mirarte,
amor,
solo por querer tocarte o darte un beso,
solo por saber que hasta en el dolor fuiste tan grande como nunca jamás pude haber sentido.
Amor.
Si le veis, decidle que sigo buscando un culpable.   

martes, 24 de septiembre de 2013

apenas este disparo

Tu incapacidad de arranque y sudor
juega a los anhelos constantes como un viejo contador de sueños
atascado 
una y otra vez 
en el mismo barrizal de utopías 
que día a día 
se van quemando.
Con él. 

Así que toma, enciéndete un cigarro 
y no pienses demasiado en ello.
No vaya a ser que.

Desde la cuneta podrás ver el saludo fúnebre de las cosas que no harás
mientras te bebes una cerveza
y ves la noticias del fútbol. 
Doy gracias a la pornografía que me ha enseñado tanto.
Y a la tecnología por reinventar la solidaridad.
Entre hermanos. 
Malditos hijos de Caín.

Menudo cocktail molotov de gasolina y alcohol
que te has marcado como vida, cabrón. 

Luego, en tu decorado de cenizas contra el fuego, 
en tu capa de plástico contra la realidad,
en tu concepto anticonceptivo del amor
podrás decir 
que en tu metro cuadrado de inmovilidad
poseíste muchas cosas
incluida 
la poesía triste de quedarte parado 
a observar 
mientras todos los demás se partían la cara,
los años
y la razón
por sembrar un mínimo de humanidad que alisara el camino.
Que lo acolchara de suavidad para ti.
Que fabricara el confort y el regazo
en donde vivir, cansado,
preguntándote por qué luchar.
mientras ellos seguían luchando.

Verá, su majestad, que aquí los harapos vienen por dentro
mendigueándote la miseria
y después
nunca
se van.

Te vas a quedar sin excusas para tanto naufragio,
te vas a asfixiar entre impagos y justificaciones,
te vas a morder las uñas bajo el alpiste de los no puedo más,
pero lo triste 
es que solo los tristes se alegran de compartir su tristeza.

Es decir 
- y con esto apunto a mi cabeza antes de disparar-
tú, chaval, no sientes pena.

Tú, solo, la das.


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y este viernes en clamores
y este sábado en la casa del reloj
two words:  Valiente inverso. 

Allí nos vemos.

martes, 17 de septiembre de 2013

Un invierno sin sol

No sé por dónde empezar. Supongo que, echando una mirada hacia atrás, más o menos en torno a 2 años vista. Sol se iba a Praga a durante 6 meses y Marcus me dijo: si tienes un nuevo libro, te lo publico, si no voy a sacar la segunda edición de Alas de mar y prosa. Recuerdo que más o menos las fechas coinciden porque él quería quitarle algunos versos a Cambio de planes y yo le dije que no, que ahora que ella no iba a estar, necesitaba cada frase de esa poesía. Que siempre me ha dado fuerzas.
Lo que ocurrió en estos 2 años fueron 3 ediciones más de aquel libro de poesía, y la maduración en reposo, a fuego lento, como una descomposición creadora, mi vida en pleno derrumbe, muchísimas colillas en el cenicero y una adicción a la noche que todavía conservo. Lo que ocurrió fue que fui llenando todo de escombros y partidario del dolor, no supe ponerle freno y pisé a fondo el acelerador sin tener ni puta idea de hacia dónde conducía. Solo quería escribir el paisaje. Solo. Podía.
Cuando el viento se llevó las cenizas de una vida a la que había hecho saltar por los aires, y sin más refugio que las putas palabras con las que he tratado justificarme todo este tiempo, sin razón ni cortapisas, haciéndome daño como mejor opción, taladrándome en los bajos fondos, protegiéndome del dolor de la única manera que conozco: haciéndomelo yo antes de que pueda hacérmelo nadie. Cuando tuve un boceto desgarrado de mis heridas, me acerqué de nuevo a Marcus y le dije: tío, tengo un libro, y tengo que sacármelo de encima.
Y él me dijo: vale, si tú quieres yo querría seguir siendo tu editor.
Y yo le dije: tú eres, y en lo que a mi respecta serás mi editor, hasta que tú decidas dejar de serlo.
Supongo que esto es una fiesta de estreno. Un parto de muerte muy largo. Voy con lo que tengo. Desnudo y sin decoración. El amor se me piró, como ella alejándose en un recuerdo. Disculpadme la emoción. Nunca supe tomarme la literatura como un entretenimiento.


"Un invierno sin sol". Son 208 páginas, lo que hará que sea un pelín más caro que Alas de mar y prosa. en concreto 2 pavos más. 13 euros. Salió el lunes. Irá llegando estos días a las librerías y puntos de venta. Toda la info está en la página de la editorial "ya lo dijo casimiro parker", dejo aquí el enlace donde viene la lista de sitios que lo venden:
http://casimiroparker.wordpress.com/puntos-de-venta/

Gracias.
A todos los que pasáis por aquí, que nos habéis arropado en este proyecto de fe en la poesía. Por el cariño con que nos tratáis. El ánimo que transmitís. Las fuerzas. No voy a poder pagar tantas birras. Tantas deudas que tengo con todos vosotros.
Gracias.
A Marcus e Isa. Por haber hecho una vida en torno a la poesía y haberlo compartido conmigo. Escritores buenos hay a patadas. Y sin embargo qué difícil encontrar un buen editor. La suerte es mía. El mérito vuestro.
Gracias. Sol. Solo puedo decir que eres lo mejor que me ha pasado en la vida.