miércoles, 28 de noviembre de 2007

hoy empieza todo

allí están, mirando los mismos amaneceres que nosotros,
quitandose los mocos con un pañuelo más grande que su mejilla,
corriendo detrás de las mismas estrellas fugaces,
creciendo en los rincones que les dejan,
cantando sin acordarse, ni falta que les hace, de los acordes,
durmiendo con sus propios monstruos en el armario,
despertándose en mitad de cada noche,
igual de solos que tú el día que te conocí,
imaginando un futuro que nunca será de esa forma,
aprediendo oficios y números,
inventandose palabras con el despertador,
luchando por pintar un continente de barro en el suelo,
tirando piedras contra el muro del patio,
dibujando formas sencillas de sentimientos,
pensando en secretos que algun día tendrán que contar al mundo,
planificando crímenes, planificando castigos,
sujetandose las canicas y haciéndose rotos en los pantalones, a la altura de las rodillas,
rompiendo las sillas y atándose los cordones,
girando a su vez y tragándose las recetas de las pastillas de nuestros médicos,
llorando porque nada es lo que es,
riéndose luego,
contando que las 7 maravillas del mundo son un múltiplo de diez al vacío,
tratando solo de crecer
entre esta guerra de nadie y estas joyas de mercadillo.

martes, 13 de noviembre de 2007

sábado, 10 de noviembre de 2007

ciudades pequeñas

rescato este poema para que lo leas.
un beso, desde palencia.

Éramos una ciudad pequeña.
Pequeños habitantes humildes sin más hambre
que la comida caliente que siempre cocinaba mi madre el día anterior.
Nuestra ambición ni siquiera era ser alguien.
Porque todos entendíamos que el mundo es tan grande
y tan suyo
que mejor no esperar las portadas de los periódicos.

eramos una ciudad pequeña
que ni siquiera escribía cartas al director
para no molestarle.

además crecimos con el ejemplo de los callos en las manos
y la piel curtida
y la mirada en el plato de quien se curra el presente
pese al olvido de todos,
de nosotros incluso,
que seguiamos dando patadas empeñados en colar la pelota
entre dos mochilas llenas de libros.

aprendimos a base de agujeros en la mirada.

a base de silencios que no podríamos entender,
y mucho menos yo ahora explicar.

el caso es que teníamos nuestras pequeñas calles
y nuestros pequeños sueños
y nuestras comunes pesadillas.

porque llorar se hace igual en cualquier lugar del planeta.

pero la gente no mira igual al que llora en cualquier lugar del planeta.

teníamos forma de eternidad,
de vacaciones de verano en el pueblo,
de enemigos acérrimos de un otoño que acabó por llegarnos encima.

en verdad que era dificil imaginar que el tiempo nos pondría en nuestro sitio
y que nuestro sitio no fuera ese.

allí los amigos nada tenían que ver con la amistad.
ni las novias te hablaban de amor.
ni las calles requerían de nombres para ser recordadas.

allí el mundo era un circuito de tiza en el suelo
donde siempre ganábamos a las chapas.

eramos una ciudad pequeña.

de biblioteca púbica
y plazas de patio de vecinos.

de botellones parlamentarios
pero con buena gente,
inútiles chavales que planteábamos no sé qué gilipolleces de sueños
de cambiar el mundo
sin salir del barrio.

Éramos
y supongo somos
una ciudad pequeña
que nunca se acostumbró a ser tan guapa.

carácter tímido de salones de provincia,
no queríamos molestar.
y así y todo
nos fuimos revolviendo y separando
por esa tendencia a la emigración que tienen
las ciudades de castilla.

eso de que nosotros,
ya ves,
nunca podríamos ser del sur
y que todas las canciones
y poemas
se equivocaban de orientación
y nos tocaba cambiarles la letra.

así que el tiempo vino a recordarnos
que entre tanta sopa de letras
olvidamos ciertas maneras aprendidas
entre patio de colegio
y cartas furtivas a compañeras de clase.

éramos
y supongo que somos
una ciudad pequeña
que tampoco quiso ser grande.

una ciudad de pasos de cebra en calles peatonales,
de adoquines imposibles,
de parques.

una ciudad a modo de casa.

ahora que la nostalgia al menos más me obliga echarte:

guapa.