martes, 16 de octubre de 2007

el tío vang

se revuelve entre su silla un mendigueo de mentiras con las que poner algo más que tierra de por medio,
cenizas tal vez,
cualquier cosa que pueda dejar grabado "yo estuve aquí, mal que os pese"
mientras imagina el carajo de generaciones enteras dispuestas a no mirar mucho más lejos de su barriga.

tiene ganas de vomitar pero no es nada que no le ocurra demasiado a menudo.

y se mea en los pantalones pa consolarse con su propio calor,
suda muy frío mientras pulsa unos botones cualquiera
y se clava chinchetas, una a una, en el pecho para mirar sobre sí
una cortina de sangre.

todo le da un poco igual, incluso morir de éxito.

porque no es fácil resignarse a la verdad del olvido cuando nunca te ha dado por pensar en el futuro,
y tensa las cuerdas vocales conteniendo un grito que no llegaría demasiado lejos aunque no se hubiera cortado la lengua.

si me reviento el cerebro en mitad de la gran vía podría salpicar a unas cuantas personas, creo, y si fuese lo que otros fueron
venderían camisetas rojas con mi nombre en negro.

así que toma de diez en diez las pastillas, y se escribe una carta a sí mismo
para llenarlo todo de gasolina y alcohol, y se enciende ese puto ultimo cigarro de soldado vencido con la bandera en la mano
y tira su vida sobre unas letras que comienzan a arder
y a encender una mecha que va más despacio de lo que siempre había creído (ni para esto nos enseñaron, y sonríe por ultima vez)
después se pone serio, como en las fotos (con la boca cerrada estás más guapo),
firma un autografo en la escopeta de su tío (mira que somos cutres los españoles, y sueña un baile imaginario con una smith&wesson del 38
y luego, con sumo cuidado de no quemarse todavía, coge aquel cromo de aquel futbolista del real oviedo de la liga 95/96, lo pega con suavidad en la culata,
y les dice, o todos los que no estaba presentes pero sí pasados:
"vayanse ustedes a la mierda,
si es que pueden,
yo,
me voy con los gusanos"

y el tío vang
y se muere

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