martes, 16 de octubre de 2007

el chico de los rizos y el chupa chups

Cuando vine a Madrid a quedarme traía el principito entre las manos y durante los primeros meses lo dejé encima de la mesilla que había junto aquella cama ruidosa y lo leía las noches que dormía solo y pensaba en todo aquello,
Y antes de dormirme me decía: puedo ser mejor persona.
Tú y yo nunca, que yo recuerde, hemos hablado del principito, y tampoco sé muy bien por qué, pero ya ves, hoy tenía que escribirte esto empezando por ahí.
Un día, de golpe y sonrisa, apareciste por el foro de nuestros cojones y te pusiste a escribir poesías que parecían del 27, con ese dibujo a lo pájaro cantor que, como una vez ya te dije, me recordaba a un sugus.
“Dispuesto a quedarme entre los dientes” me respondiste de aquella, y yo entonces no te conocía pero lo entendí todo aquel día que panero vino por el bar y cruzamos un par de privados en una tarde y ni siquiera nos dio tiempo a leerlos.
Luego aquí nos miramos al acabar, y nos reconocimos igual que dos viejos amigos una vida después, como si antes, en cualquier otra parte, ya hubiéramos reído juntos y ya hubiéramos llorado.
Estaban patty y silvi (siempre están), y me acuerdo de cómo las mirabas, agachando un poco la cabeza como siempre haces, con la espalda un poquito encorvada, sonriendo de lado pero queriendo de frente.
Eso no es fácil, sabes?, querer de frente. A mí no me sale al menos. Pero con el tiempo y muchisimas cañas he ido aprendiendo que desde el silencio, hablando en voz baja, las estrellas lucen menos pero brillan mucho más.
Una vez apunto me quedé de llorar con el recuerdo de 20 minutos inmensos, que ese día, cuando lo escribiste, te habría invitado a 2000 cervezas, y lo digo muy muy en serio. O cuando te subiste a este metro cuadrado y dijiste en voz alta lo de vendetta en mayúsculas y me cagué en dios con la boca pequeña pero la frente muy alta. Que aun tengo en la memoria aquel amigo que te pidió unas monedas en el metro cuando tú ibas hacia vallekas. Que te sigo buscando en cada nueva letra para decirte que la vida es mucho mejor, amigo, si nos vemos de vez en cuando.
Por eso es genial que sigamos vivos y aquí, que monica te siga dando la mano, que el buckowski lleve tu firma en sus paredes.
Y bueno, ya he dicho que a mí de frente no se me da del todo bien, pero tienes que entenderme, porque llevo un tiempo callado, y me cuesta un huevo escribir, y tengo tantas cosas que decirte y decir sobre nosotros, sobre todo sobre ti, que nunca me atrevo y yo qué sé, joder, que si alguna vez escribo el puñetero largo que me ronda la cabeza, el prota sería vuestro hijo, de monica y tuyo, y me tienes que llevar en la furgoneta y enseñarme Madrid pero por abajo, a la altura de las piernas, ya sabes, y llenarlo todo de poemas un día de estos, quedarnos solo con las ojeras y las heridas, reírnos con arena en los pies y el mar y las putas olas de frente y nosotros construyendo castillos y destruyendo palacios, haciendo luchas de sumo, jugando a las películas como quien improvisa un cuento.
Todo eso, joder, y ser buenas personas, “buena gente” que es lo mejor que se puede decir de alguien.
No sabes con qué clase de orgullo escribo la palabra “hermano” para señalarte con el dedo, pero conoces a nur y supongo que te puedes hacer una idea.

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